

En algunos momentos, la única solución para resolver los problemas es abordarlos de una manera diferente, intentar una estrategia nueva, modificar la rutina o mirarlos desde un ángulo distinto. Aceptar que se puede estar equivocado, que el plan original fue incompleto o que las tácticas no se ajustan a la situación actual no es una admisión de debilidad, sino un acto de sabiduría. En ocasiones, es necesario retroceder antes de poder avanzar de nuevo. Cambiar las cosas puede ser la única forma de liberarse y encontrar la energía necesaria para seguir adelante.